- Las tiradas se desarrollan en 2 fases: sembrar y cosechar
- Se juega sobre un tablero con un número variable de agujeros. Los agujeros es donde se siembra y donde se cosecha.
- Las fichas de los Manqala (normalmente semillas) son indiferenciadas, todas iguales. Y no pertenecen a ningún jugador. Se aplica el dicho “Las semillas son de quien las necesita. Quién mejor siembra, mejor cosechará”.
- En el awalé hay 2 normas sagradas:
- “no se puede eliminar al adversario”. Se entiende que cuando se destruye al adversario, también se detruye la tierra que él cultiva. Quien lo hiciera por error, perdería la partida. Se aplica el dicho “Quien destruye la tierra donde cosecha, no podrá cosechar nunca más”.
- “no se puede dejar pasar hambre al adversario”. Esto significa que si nuestro rival se queda sin semillas, debemos ceder de las nuestras para que pueda seguir jugando.
- En el awalé y en la mayoría de Manqala, las reglas para empezar a jugar son muy sencillas y se pueden aprender en 5 minutos (siempre hay variantes que son mucho más complejas, como el Bao). Pasados esos 5 minutos, empieza la diversión. Esta simplicidad en las reglas lo hace apto para todas las edades (los niños pueden empezar a introducirse a partir de los 5 o 6 años).
- A pesar de la simplicidad de los Manqala comentada en el párrafo anterior, hay que tener presente que es un juego de matices. En cada nueva partida se descubren nuevas jugadas. Nunca se puede decir que ya no se puede saber más.
Filosofía del Awalé
- Las tiradas se desarrollan en 2 fases: sembrar y cosechar
- Se juega sobre un tablero con un número variable de agujeros. Los agujeros es donde se siembra y donde se cosecha.
- Las fichas de los Manqala (normalmente semillas) son indiferenciadas, todas iguales. Y no pertenecen a ningún jugador. Se aplica el dicho “Las semillas son de quien las necesita. Quién mejor siembra, mejor cosechará”.
- En el awalé hay 2 normas sagradas:
- “no se puede eliminar al adversario”. Se entiende que cuando se destruye al adversario, también se detruye la tierra que él cultiva. Quien lo hiciera por error, perdería la partida. Se aplica el dicho “Quien destruye la tierra donde cosecha, no podrá cosechar nunca más”.
- “no se puede dejar pasar hambre al adversario”. Esto significa que si nuestro rival se queda sin semillas, debemos ceder de las nuestras para que pueda seguir jugando.
- En el awalé y en la mayoría de Manqala, las reglas para empezar a jugar son muy sencillas y se pueden aprender en 5 minutos (siempre hay variantes que son mucho más complejas, como el Bao). Pasados esos 5 minutos, empieza la diversión. Esta simplicidad en las reglas lo hace apto para todas las edades (los niños pueden empezar a introducirse a partir de los 5 o 6 años).
- A pesar de la simplicidad de los Manqala comentada en el párrafo anterior, hay que tener presente que es un juego de matices. En cada nueva partida se descubren nuevas jugadas. Nunca se puede decir que ya no se puede saber más.
Filosofía del Awalé
- Las tiradas se desarrollan en 2 fases: sembrar y cosechar
- Se juega sobre un tablero con un número variable de agujeros. Los agujeros es donde se siembra y donde se cosecha.
- Las fichas de los Manqala (normalmente semillas) son indiferenciadas, todas iguales. Y no pertenecen a ningún jugador. Se aplica el dicho “Las semillas son de quien las necesita. Quién mejor siembra, mejor cosechará”.
- En el awalé hay 2 normas sagradas:
- “no se puede eliminar al adversario”. Se entiende que cuando se destruye al adversario, también se detruye la tierra que él cultiva. Quien lo hiciera por error, perdería la partida. Se aplica el dicho “Quien destruye la tierra donde cosecha, no podrá cosechar nunca más”.
- “no se puede dejar pasar hambre al adversario”. Esto significa que si nuestro rival se queda sin semillas, debemos ceder de las nuestras para que pueda seguir jugando.
- En el awalé y en la mayoría de Manqala, las reglas para empezar a jugar son muy sencillas y se pueden aprender en 5 minutos (siempre hay variantes que son mucho más complejas, como el Bao). Pasados esos 5 minutos, empieza la diversión. Esta simplicidad en las reglas lo hace apto para todas las edades (los niños pueden empezar a introducirse a partir de los 5 o 6 años).
- A pesar de la simplicidad de los Manqala comentada en el párrafo anterior, hay que tener presente que es un juego de matices. En cada nueva partida se descubren nuevas jugadas. Nunca se puede decir que ya no se puede saber más.