Campeonato bizkaia tres tablones |
P.D
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Es facil comprender que esas cuestiones y muchas más preocupasen al joven aprendíz de bolos, máxime si tenemos en cuenta el dineral que le supone acudir a otras boleras en las que se cambia tiempo de juego por dinero.
Le expliqué que la Bolera de San Bizente se construye en base a otro modelo. El modelo basado en fomentar las relaciones frente al beneficio económico, el modelo que se basa en el trabajo colaborativo para entre todos mantener un espacio que permite realizar dos modalidades distintas de bolos frente a un modelo basado en el negocio donde los trabajadores por cuenta ajena cumplen su labor sin que les importe demasiado el resto de las cosas.
A la semana siguiente el alumno me comentó que había acudido varias tardes a la bolera, incluso con sus padres, los cuales hacía tiempo que no pisaban dicho espacio de juego. Sorprendido por los precios de las consumiciones comprendió definitivamente que salía más a cuenta padar una tarde de bolos con sus colegas en la enpezaba a ser " su casa" que en un centro comercial, donde el ruido, entre otros cosas no permite, precisamente, dialogar sin alzar la voz.
La bolera de San Bizente es una isla lúdica consagrada a unos de los juegos que, sin lugar a dudas, podemos considerar milenario. Su entorno, rodeado de árboles, invita a pasar una tarde entre amig@s jugando sin prisas, con el aliciente de poder costear unas consumiciones a muy buen precio, y con la enorme ventaja de poder aprender de los más experimentados los secretos de un juego que se ha transmitido durante generaciones de padres a hijos. Los materiales que utilizan son naturales, madera y poco más, frente a la especialización que imponen las nnuevas modalidades, la indumentaria y el calzado no es especial y, por si fuera poco, se juega a la luz del día y al aire libre. Hay que añadir que, generalmete a la bolera se va andando, no es necesario el coche y la mayoría de las personas, por no decir todas, las que acuden allí se conocen entre sí.
A la hora de elegir la elección está clara. Quizá en los tiempos que corren convendría echar la vista atrás y descubrir que los modelos de relación de nuestros antepasados no estaban tan desencaminados. Hecho de menos la época en la que casi cada barrio de Barakaldo poseía su propia bolera. En la acutualidad, San Bizente y El regato, lucen orgullosos sus respectivas boleras y carrejos. Enhorabuena por haber sabido mantenerlas, conservarlas y transmitir una manera diferente de entender el juego.
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